SEMILLA : JIJONA
Después de mis viajes al Sur de Francia aprendí a mirar con otros ojos nuestro paisaje, había terminado mis estudios de arquitectura y soñaba en vidrio y hormigón, pero mi sensibilidad por el paisaje iba día a día en aumento. Recordaba la armonía de la Provenza y comencé a fijarme en nuestra arquitectura vernácula, nuestras masías y alquerías. En Jijona siempre se han llamado „masos“. Durante mi adolescencia había visitado muchos sin tener consciencia de la historia que me envolvía. En las vacaciones de Semana Santa, era habitual hacer visitas a amigos a sus casas de campo, e ibas del mas de tal al mas de cual, si llego a tener mi visión y conocimiento actual, seguro que me hubiese escabullido de alguna fiesta y me hubiese ido a visitar la casa…., bromeo, cada cosa llega a su tiempo…
Lo gracioso de todo esto, es que en aquella época y hasta que terminé la carrera, solo iba al campo en esa época del año, y en lo único que pensaba era en ir a Chicago y vivir en Barcelona. Tuvo que llegar a mi vida aquel novio franco-iraní para llevarme de las trenzas, ay no, por aquel entonces no llevaba, de la mano a la naturaleza, para sentir lo que desde entonces ha ido creciendo hasta hoy.
Hasta el año 2007 mi trayectoria profesional se centraba en la edificación, mi padre era constructor y promotor, intentaba diseñar sobre todo viviendas muy diferentes, eliminando zonas de paso y compartimentando al mínimo, no me cansaba de repetir que el lujo es la calidad espacial, ahora añadiría que la energía. Mi intención siempre había sido que la gente estuviese feliz en ellas.
En esa época mi amiga Justyna trabajaba en una Finca propiedad de unos noruegos en la Partida de Abió en Jijona, llamada La Ermita de metge de carretero, más adelante os explicaré el origen de este nombre.
En un par de ocasiones Justyna nos invitaba a pasar tardes de verano en ella. En una tumbona, rodeada de un paisaje que nada tenía que envidiar a la Provenza o la Toscana y una paz indescriptible, sentí de nuevo esa llamada de la naturaleza, podía sentir cómo todo mi cuerpo y mi mente se sosegaban, como el ruido mental se apagaba y el efecto de aquellas tardes era terapéutico. Yo quería ese sensación, siempre….
En 2011 por medio de mi amiga, la propietaria de esta finca me encargó un levantamiento de planos de todas las construcciones, y aquí si que os puedo decir que no recuerdo haber disfrutado tanto dibujando en mi vida, subir a La Ermita era una emoción , no un trabajo…
En 2012, en plena crisis económica , me encargaron un pequeño proyecto para una casita rural en una finca ubicada en una zona paisajísticamente protegida en Jijona, Finca Les Coves. Los clientes eran holandeses, habían dejado atrás sus ajetreadas vidas urbanas y estresadas y anhelaban empezar una nueva slow life conectados con la naturaleza eligiendo nuestro mediterráneo. Lo comenté en casa de mis padres un día comiendo, y cuál fue mi sorpresa cuando mi madre me dijo que mi abuelo Enrique había trabajado allí de „mitger“, mi abuelo Enrique, era un agricultor de sonrisa infinita y aspecto de galán de cine.
En primer día que estuve allí, sentí que yo también quería estar allí, yo también quería volver a la esencia, imaginé a mi abuelo recolectando los vegetales que alimentarían bajo un sol que les daba la vida y a él estoy convencida que le daba la sonrisa.
Esta imagen de ese paisaje vale más que mil palabras
En 2020 les Coves se ha convertido en un complejo rural „back to basic“, donde puedes encontrar un glamping, una cueva convertida en vivienda y varias cabañas.
A principios de este año 2020, los propietarios de La Finca la ermita vuelven a ponerse en contacto conmigo para cambiar el uso de vivienda a casa rural, en ese momento INLAND ya ha nacido, y mi corazón sonríe al volver a encontrarse con tan hermoso lugar.
Los textos que aparecen a continuación pertenecen a dicho proyecto, la masía de esta finca es uno de los pocos ejemplos rehabilitados en Jijona, a continuación la justificación que presentamos en Conselleria para conseguir una exención de redactar una Declaración de Interés Comunitario:
De vez en cuando La arquitectura en nuestro paisaje hace dos siglos lucía imponente, armónica y serena, un diálogo sosegado paisaje y masías, prismas perfectos y robustos, muros de carga de mampostería que protegían del exterior y generaban la inercia térmica necesaria, no permitían grandes huecos, pero suficientes para nuestra intensa luz mediterránea.
Cubiertas a dos aguas de teja árabe y porches a sur techados con cañizo para disfrutar tanto en verano como en invierno.
Arquitectura tradicional ligada al hábitat y espacio de trabajo, elevándose en ese territorio agrícola de antaño, integrando y definiendo el paisaje. Hoy en día el retroceso en el terreno cultivado, los avances en la agricultura, así como los cambios en las formas de vida y trabajo facilitan la paulatina ruina y desaparición de estas construcciones tradicionales. Es obligada una concienciación del valor de estas construcciones y tomar todas las medidas necesarias.
Tengo recuerdos de adolescencia de visitar masías, “masos”, de amigos que aun sin rehabilitar, se mantenían en pie y conservaban toda la esencia histórica. Con el tiempo al menos dos de ellas han sido totalmente abandonadas y una tercera demolida (ésta también contaba con ermita e invernadero). Conflictos de herencias o inviabilidad económica para la rehabilitación suelen ser los motivos. Así que encontrar una masía que ha vuelto a la vida con una inversión innombrable, y que ahora además podrá ser disfrutada por cualquiera que decida alojarse allí, a mi particularmente, me hace muy feliz.
Sobre el origen de las masías en el interior de Alicante:
(Extraído del libro editado para CEDER Aitana: “Paisaje y patrimonio de la montaña de Alicante”. Texto de Jordi Sánchez Navas y Gabriel Guillem García.)
Las masías encierran un mundo de tradiciones y legados. El recuerdo del “mas”, de su posesión, del tiempo vivido en él, permanece en la memoria de las familias varias generaciones. Memoria recreada en las historias que los padres y los abuelos narran a sus hijos y nietos.
A menudo es difícil reconocer qué distingue una masía de otras edificaciones rurales, saber el porqué de que esta denominación no se aplique a cualquier casa de campo. Los término torre, villa, incluso caseta, hacen a menudo referencia a construcciones de mayor entidad que algunas de las masías. En otras ocasiones la aureola de tradición y opulencia que connota la posesión de una masía, ha llevado a llamar así a edificios que no lo eran. El término masía trasciende con esto el nombre de una determinada construcción para indicar una forma de propiedad, un tipo de explotación del territorio.
Llegados a este punto el estudio de este tipo de hábitat disperso se vuelve más complejo al haber sufrido la masía una evolución en la época contemporánea que desvirtuó sus características iniciales. Este proceso implicó la transformación, mediante la reedificación o la ampliación de las masías originales, para convertirlas en residencias estivales de los propietarios absentistas llegados de las ciudades y de los pueblos cercanos. La masía adquiere con este proceso hechuras de villa y se jerarquizan sus espacios, la vivienda del masero se distingue de la del senyoret. Los salones decorados y los dormitorios bien acondicionados, permanecen cerrados a la espera del verano. La imagen del personaje del príncipe de Salina en la novela El Gatopardo de Lampedusa al llegar a su palacete siciliano nos permite evocar las relaciones de servidumbre que han caracterizado las vidas en torno a las masías (….)
La masía tradicional está formada por un edificio de grandes proporciones, sencillo en su estructura, en el que se distinguen una serie de espacios característicos. La planta baja suele estar ocupada por un gran zaguán, al que se accede desde un amplio portal que permite la entrada de los animales de tiro al patio posterior.
Este corredor divide el espacio, queda en uno de los lados una amplia sala, destinada en muchos casos a bodega o almacén. El otro lado se compartimenta en varias habitaciones, destinadas a vivienda del masero (…)
En la primera planta es habitual que se encuentre la residencia del propietario de la finca. En el sotabanco, bajo la cubierta, en la pallisa, se almacenan las cosechas. Completa la masía un corral, una porquera, los establos situados habitualmente en un cobertizo posterior al edificio principal, al que se accede desde el patio interior del edificio.
Sobre la distribución y composición de las masías ( paisajesturisticosvalencianos.com):
La masía, también casa de campo, mas o maset (mas pequeño). Más específicamente en valenciano el mas se refiere al territorio de explotación agrícola y en el que se incluye el edificio principal o masía. Las casas de campo, o masías suelen ser espacios con una antigua explotación histórica. Estos edificios se alzan tanto en el interior montañoso como en las zonas de alturas medias y en la costa. Los materiales de construcción dependen en cierta forma del terreno donde se alce, pero en general utilizan la piedra sin pulir como elemento de construcción para dar solidez al edificio, reservándose en ocasiones la piedra trabajada para algunos de los vanos, especialmente las puertas. También se utiliza en su fábrica la arcilla, la cal y el cemento, y naturalmente la madera para las vigas, puertas y ventanas, entramado de cañas para los techos; las cubiertas se cubren con teja. Los tejados suelen ser a dos vertientes, o a una. Suelen situarse en un lugar estratégico del espacio agrícola con orientación determinada según los vientos de la zona. Pueden tener generalmente entre uno o dos pisos, aunque en ocasiones tres alturas. Con distribución de espacios: para los animales en la planta baja o en establo anexo, la vivienda en la planta baja y/o primer piso. En el último de los pisos, el segundo, o un tercero, servía para guardar el producto de las cosechas. En ocasiones estas edificaciones eran al mismo tiempo defensivas como es el caso de algunas casas de campo de la costa valenciana.
La literatura en esa mirada utópica sobre el mundo rural también ha dejado páginas y letras de la imagen de estas construcciones camperoles, como vemos en los versos mostrados más arriba.
Hoy en día algunos se conservan en el uso para el que fueron construidos: vivienda y casa para las tareas agrícolas y ganaderas; pero en numerosos casos el abandono de los campos y los cambios en las formas de vida y trabajo han hecho que permanezcan abandonas y en ruinas; en otras ocasiones se han reconvertido en casas rurales o bien segundas residencias para habitantes de fin de semana o de períodos vacacionales.
El mas del metge de carretero, conocido como “La Ermita de metge de carretero”
El origen de nuestra masía remonta a principios del siglo XIX, la construcción daba servicio a una explotación vinícola. Esta preciosa masía ubicada en la Partida de Abió en Jijona pasó de ser la construcción principal de la mencionada explotación de viñedos, a ser propiedad de un médico rural, que daba servicio a toda la zona. El médico se desplazaba con una carreta a visitar a sus pacientes.
Su mujer falleció hace muy poco tiempo siendo centenaria, y la poca información que hemos podido recabar viene de ella. Los actuales propietarios procedentes de Noruega nos han transmitido sus charlas con esta mujer que vivió la historia de esta masía, aunque después de la compraventa de la casa, nunca más quiso hablar de ella. Tampoco la visitó una vez rehabilitada, el vínculo emocional era tan grande que se despidió de ella en el momento que la vendió.
Esta imagen fue tomada en el momento de la adquisición de la casa, así como las siguientes. En ellas podemos comprobar la imponente presencia y la perfecta adecuación de la construcción a la vivienda tradicional de nuestro paisaje, actualmente tan maltratado de edificaciones residenciales que poco o nada dialogan con el paisaje y con nuestra arquitectura tradicional.
Ya hemos desvelado el origen de la segunda parte del nombre de esta masía, pero, ¿de dónde viene La Ermita?. Son varias las construcciones de este tipo en la localidad de Jijona que contaban en su conjunto edificatorio una pequeña ermita.La distancia existente a la población explica la inclusión de estas construcciones anexas a las viviendas. Ocasionalmente sería el párroco el que podría desplazarse a cada una de ellas, pero principalmente son lugares de culto y recogimiento tanto para el señor de las tierras como para las personas que trabajaban para él ( maseros) y seguramente en las cercanías.
En la Comunidad Valenciana todas las ermitas son posteriores a la creación del reino de Valencia por Jaume I, las más antiguas se denominan Ermitas de la Conquista, datadas en los siglos XIII y XIV. El Siglo XVIII fue especialmente esplendoroso gracias a la bonanza económica que vivía el país.
Las ermitas también son algo consustancial a los pueblos y paisaje de nuestra tierra, resulta difícil disocairlas de ambos. Las hay soberbias y grandiosas, pero la mayoría, como la nuestra son rústicas y de factura popular. Sus orígenes suelen ser confusos, hallazgos de imágenes enterradas, apariciones más o menos creíbles o hechos sorprendentes. En nuestro caso nos declinamos por pensar que fue la devoción de sus propietarios la que hizo que cristalizara su construcción. Sobre la mayoría hay poco historia documentada.
Hemos encontrado en el siguiente link :
el siguiente extracto que recoje la descripción de la Ermita que hay anexa a esta masía
Ermita de Santa Ana (Abió-Casa del Metge Carretero)
Diseminados en el término de Jijona se localizan numerosos caseríos o masías establecidos a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. La “masía” o “casa” constituía el núcleo principal alrededor del cual se encontraban los terrenos destinados al cultivo, ganadería, manufacturación y viviendas para uso de los trabajadores, sus familias y propietarios de la hacienda. Además de estos núcleos rurales destinados a la explotación agrícola y ganadera, coexisten otras “masías” o “casas” de carácter vacacional o residencial.
Al noreste de Jijona, en la partida de Abió, haciendo linde con la CV-783, se localizan una serie de edificaciones entorno a un caserón de carácter residencial. El conjunto conocido como Casa del Metge Carretero, conserva adosada en el lado izquierdo de la vivienda principal una ermita en notable estado de conservación.
Nada sabíamos de los antecedentes históricos de esta ermita, sin embargo, el Almanaque Eclesiástico de la Diócesis de Valencia, del año 1913, hace referencia a la misma y dice lo siguiente: “Anejos de Parroquia.- Abió.- Ermita de Santa Ana.- Anejo de Jijona, Arciprestazgo de Jijona, caserío de 400 habitantes.”
Imagen de la Ermita antes de la rehabilitación:
En la rehabilitación de la finca se han empleado materiales nobles, barro en suelos, maderas, piedras naturales, morteros de cal…, no hay espacio para las imitaciones.
A partir de ahora esta finca será una casa rural, y todos podremos acercarnos a esta joya y revivir la esencia de antaño.